BESTIARIO YONQUI, CUENTOS DE HADAS PARA NO DORMIR, DE ARTURO J. FLORES




Al leer Cuentos de hadas para no dormir, de Arturo J. Flores (Ciudad de México, 1978), uno se queda con la sensación de hallarse ante un bestiario yonqui. El volumen, subtitulado La trilogía completa, reúne relatos de sus libros Martini para suicidas y otras historias eróticas de sangre, vampiras y rock and roll, Como una sombra vil. Macabras fantasías de muy altos decibeles y del título homónimo.
¿Por qué un bestiario yonqui? Porque en muchas de las historias aparecen personajes que se transforman o identifican con animales, e, incluso, animales que se comportan como humanos. Y porque eso ocurre, generalmente, mientras se hallan bajo los efectos de las drogas, que alteran aún más sus vidas al límite.
La variada fauna incluye –por citar algunos- un hombre-perro, dos mujeres-gato, una mujer-pájaro, diez mujeres-unicornio, un dragón con penas de amor.
La apariencia y comportamiento de los personajes sirven para alegorizar lo que hay de salvaje, de primitivo, en ellos. Así, se rigen por el instinto, más que por la razón, y son capaces de atacar si es preciso.
La territorialidad es, también, una característica de estas singulares bestias. Pues el hombre-perro de “Como una sombra vil” descubre que ha sido desplazado y, a su manera, desafía a su rival. Pero también, aunque no exista una transfiguración de por medio, la territorialidad se manifiesta; caso de “Sin sexo, ni drogas ni rock and roll”, donde la protagonista desvaría de celos al relacionar un tatuaje de su compañero sentimental con la guitarra que guarda y que lleva grabados, justamente, el mismo trébol y el mismo nombre: “Angélica”.

Flores no sólo es narrador, sino que también ejerce el periodismo musical (enfocado en el rock), hace stand-up comedy y funge como editor de la revista erótica más famosa del mundo. Por eso hay un humor negrísimo, música para viajarse, cachondeces y guarradas conviviendo con lo fantástico, lo insólito, lo inesperado. Esto último puede remitir al imaginario presente en Humo y espejos, obra cuentística de Neil Gaiman.  
Se plantea toda una “filosofía erótica”: “Las chicas que sienten repulsión por el esperma se asquean también del amor y todo lo que pueda echar raíces dentro de ellas”; “El único puente entre la vida y la muerte, entre la masturbación y el fin del mundo, es el orgasmo”, reflexiona el protagonista de “El exterminador de ángeles”. Este es uno de los mejores relatos del volumen, al igual que “Cónclave de unicornios”. En ellos, los protagonistas masculinos buscan en sus numerosas parejas algo que los rebasa y literalmente, los hace ‘morir en el intento’. Además, en ambos textos se cuelan traviesos guiños a la personalidad del autor.
Otros textos interesantes son “Las hijas de Dios también son DJ’s”, “Martini para un suicida” y “Muerte blanca”. En el primero, hay una asesina serial lésbica, embriagada en su narcisismo; en el segundo, un tipo ‘padrotea’ a una groupie de la que está enamorado; y en el tercero es donde con mayor claridad se le hace justicia al título que engloba las treinta y nueve historias aquí reunidas. En él, se subvierte lo que el lector común conoce como Blanca Nieves, dándole un giro tan terrible como el que el mencionado Gaiman le da precisamente a dicho tema en su “Nieve, cristal, manzanas”.

Cuentos de hadas para no dormir: un divertimento delirante que se las ingenia para dejarlo a uno pensando.

Elena Méndez

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Arturo J. Flores,
Cuentos de hadas para no dormir,
Col. Libro de autor,
Proyecto Literal,
México, 2018,
250 pp.
 


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