Me negaron la beca los hijos de puta. Ahí
te voy de ingenua con mi curriculum que ya acumula más de cien páginas,
y cargando en una maleta de rueditas un ejemplar de cada título que he
publicado, y todo dioquis. Son chingaderas. Incluso este año le dieron
la beca al cretino ese que nada más ha publicado una sola novelita en su
vida. Ese que boicoteó al muchachito que es como mi ahijado. Válgame.
Pues bueno, como me dijo uno de los jurados, Yo insistí mucho para que te la dieran, sólo te faltaba un voto, y el presidente alegó: No
se la den a la Capuccinsky, no es de las nuestras, mejor se la damos al
Exiliado, que tiene una enfermedad terminal y no hay quien le ayude.
Claro, ese sí era su amigo; ¿cómo me iban a favorecer a mí, que soy de
izquierda y a nadie le ando haciendo la barba? No les convenía… Si a
necesidad vamos, yo también estoy enferma y a veces me quedo tirada, tú
pensarás que es de pura histeria, pero no, mijita, aun así tirada trato
de estar produciendo y de atender a la familia y eso es un broncón, a
nadie se le da gusto.
Ay, yo contaba con esa beca para poder
sentarme a escribir tranquilamente la siguiente parte de mi saga
fantástica. Estos desgraciados me desdeñan a pesar de que hasta hay
tesis doctorales sobre mi obra y planes para traducirme a varias
lenguas.
¿Sabes qué otra cosa me jode? Que sí le
dieron la beca a las Tocayas: la que es de la tierra del presidente del
jurado —maldito capo de la Mafia— y a la otra que escribe cachondeces.
Eso me purgó. Aparte ya publica puras mamadas. Ah, pero como ellas no se
meten en conflictos… son de las que siguen la filosofía de “calladita
te ves más bonita” —aunque están refeas las condenadas. Después de haber
reseñado negativamente el Compendio de los autores non plus ultra de la nación —donde aparecía hasta la nana del escritor—, me
empezaron a bloquear en todas partes. Pero esto es el colmo, de veras,
no era suficiente vendetta contra mí el cancelarme la participación en
festivales, darme largas en las publicaciones, los panfletos
difamatorios en mi contra. Nomás porque escribo bien, porque no soy
dejada ni les ando lamiendo las patas. Y mucho menos dando las nalgas,
como lo tuvo que hacer La Niña de la Bicicleta para que la publicaran en
buenas editoriales y le dieran premios y toda la cosa. No le importó
destruir un matrimonio a la muy puta.
Dirás que qué me importa, porque tú hace
tiempo tuviste que ver con su amante, nomás que te apendejaste y no
conseguiste nada y ahora lo lamentas.
Ah, no me dan ganas ni de salir a la
calle, pensar que sólo faltaba una firma y me la negaron, pensar que el
acta ni siquiera es válida porque el Extravagante, otro de los jurados,
se largó en un arranque de diva, botando todo. Todo esto me emputa, me
enferma. Y de pilón veo tu foto tan campante con Don Capo y que hasta lo
mencionas como una de tus influencias en la contraportada de tu primer
libro. Me da chorro, querida, en serio. Porque en este país se premia la
lambisconería, la prostitución, el plagio descarado, los compadrazgos
de cantina, y no la calidad de las obras ni la respuesta del público,
que es lo que realmente importa. El consuelo que me queda es que ninguna
de esas porquerías va a trascender, pero mientras tanto me lleva la
chingada.∗
http://blogindieo.com/2013/06/05/ninguneada-2/
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