"ME DELEITA SATIRIZAR LO MEDIOCRE DE LA SOCIEDAD MEXICANA"


Entrevista a Elena Méndez/Autora de Bipolar

La primera vez que la joven escritora Elena Méndez publicó uno de sus audaces relatos en un diario de su natal Culiacán, descubrió —y asumió— los riesgos de ser mujer y expresar abiertamente su sexualidad.

“Mi relato «Más vale que esté muerto» —evoca— fue publicado hace años en el semanario sinaloense Río Doce, y mi madre lo estaba leyendo en el patio, rodeada de su esposo y de mis hermanas mayores. Alcancé a escuchar que dijo: «Qué curioso, hay una Elena Méndez que publica en Río Doce». Me ganó la vanidad y grité: «¡Soy yo, amá!», y me dijo: «¡Qué vergüenza, pusiste puras groserías!»” .

En fin, anécdotas como ésa podría referirle bastantes, pero creo que esta es bastante representativa.

Elena Méndez, quien nació en 1981, es una especie de duendecillo travieso que desenfadadamente aborda a los escritores a quienes entrevista, más en plan de pupila que de periodista… pero la estrategia, además de su insaciable sed lectora, ha rendido su primer fruto: un muy decoroso libro de cuentos titulado Bipolar (Linajes Editores, junio 2011, México, prólogo: Teresa Dovalpage).

Abierto y franco erotismo

Aunque el contenido es variado, los personajes femeninos se caracterizan por su ausencia absoluta de hipocresía y su franqueza para expresar su erotismo, algo mal visto por algunos sectores conservadores de nuestra cultura.

“Es curioso ver cómo la sociedad mexicana sigue obstinándose en su mediocridad y me deleita satirizar esto”, señala la joven autora con su sonrisa enigmática.

Elena se crió en un entorno donde nadie le impedía expresarse, ni siquiera durante la más temprana edad, cuando los niños tienden a ser absurdamente reprimidos: “Me crié leyendo —dice— enciclopedias y platicando con gente adulta. Provengo de una familia de maestros, así que siempre me pareció normal intervenir en discusiones sobre política, historia, economía. Que en mi casa siempre hubiera habido libros y el hecho de haber sido una niña solitaria y con imaginación desbordada, fueron fundamentales para que me diera por leer, y luego, por escribir.”

Mujercitas, de Louisa May Alcott, es una novela a la que guardo un particular cariño —señala, aludiendo a esta obra que la protagonista del relato “Geliebter” considera decisivo para su formación—. La leí a los nueve años, es el libro que más he releído en mi vida, y recurro a él como a una especie de oráculo. Tengo muchas hermanas, entonces hay varias situaciones planteadas en la obra con las cuales me identifico. Me jacto de tener complejo de Jo March”.

La aventura del sexo

Respecto al título de su libro, le pregunto si la bipolaridad, más que una alusión a la psique de sus personajes, es una representación de dos visiones opuestas del ejercicio de la sexualidad que va del gozo, pasando por la violencia y la melancolía: “Aunque no se especifique, varios de los/as protagonistas vuelven a aparecer dentro de otros cuentos, y eso marca la evolución de su pensamiento y actitud: de considerar el sexo como una aventura, a veces no pueden evitar involucrarse con la pareja casual y es entonces cuando salen lastimadas, por los desengaños a que se enfrentan.”

Sin embargo, insisto, más que relatos convencionalmente eróticos, el quid está en lo que sucede después de esos encuentros: “La relación sexual es una de las situaciones que puede tornar más vulnerable a una persona, sobre todo si es mujer, porque no sólo puede toparse con alguna enfermedad o embarazo, sino también al maltrato, difamación o tan sólo el saberse usada, cosa bastante común en una sociedad tan machista como la mexicana y que no deja de indignarme.”

Como sinaloense de origen, y muy recientemente afincada en la ciudad de México, resultaba inevitable que en Bipolar saliera a relucir el tema del narco… aunque Elena indaga más bien en la cotidianidad de quienes viven inmersos en este negocio donde lo único seguro es una muerte violenta.

“Hay un afán transgresor muy fuerte —deice— en Bipolar; dicho afán está relacionado con el ansia de vivir al límite y de asumir riesgos, a veces estúpidos, como el caso de enrolarse en el narcotráfico. Soy originaria de Sinaloa que, por desgracia, es cuna de esta industria ilegal en nuestro país, y me ha tocado convivir, voluntariamente o no, con personas que viven fuera de la ley. En los dos cuentos donde menciono esta problemática, “Mostaza” y “Día de muertos”, la protagonista se ve involucrada con personas queridas que recurren a la droga para venderla o consumirla. Y es que, lamentablemente, en Sinaloa nadie está exento de tener un pariente o amigo que se dedique a estos menesteres. Y quien lo niegue, miente con todo descaro.”

Influencia de Elmer Mendoza
Elena reconoce una influencia en su estilo del también sinaloense Elmer Mendoza, que además fue su profesor en la Universidad, por lo que no sorprende que aparezca como personaje en el relato precisamente titulado “Una clase de literatura”.

“La influencia de Elmer —dice Elena— es grande en mi obra, no sólo en cuanto a ciertas temáticas, sino también en la oralidad de su lenguaje y la tendencia a presentar personajes picarescos insertos en polémicas.”

Para finalizar, Elena me pide rendirle crédito a la gran escritora Lina Zerón, quien tras leer sus relatos le ofreció publicarlos en su pequeña pero muy digna editorial, Linajes Editores.

Como es de suponerse, Bipolar puso nervioso a más de un editor de esos que suponen que las mujeres deben ser ultracorrectas y mantener cerradas las piernas… metafóricamente hablando.

www.trenzamocha.blogspot.com

Nota: a quienes estén interesados en comprar Bipolar, dirigirle un correo a su autora: elcuerpodeldelito@gmail.com

Eve Gil

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FOTO: Eve Gil

http://www.siempre.com.mx/2011/11/me-deleita-satirizar-lo-mediocre-de-la-sociedad-mexicana/

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