LATIDOS VIRTUALES, CADA SIETE OLAS, DE DANIEL GLATTAUER

Cada vez son más populares las obras literarias que se valen de las nuevas tecnologías, específicamente, del internet, como pretexto para desarrollar sus tramas. Los escritores mexicanos no han estado exentos de esa tendencia; por mencionar algunos, René Avilés Fabila con su novela El amor intangible (2008) y Eve Gil en cuentos tan memorables como “Cenicienta hardcore”, “Kundera dixit” y “Ella añoraba las tormentas” (compilados en El perrito de Lady Chatterley, cuentos casi completos y un bonus, 2009).

Cito específicamente esas obras porque, amén de la presencia de la red de redes, ésta funge en ellas como vía para conocer el amor o para un mero deleite erótico, aunando, asimismo, un ritmo vertiginoso y un deslumbrante duelo verbal.

Características que también posee Cada siete olas (Alfaguara, 2010), del austríaco Daniel Glattauer, la segunda parte del suceso editorial Contra el viento del norte – finalista del German Book Prize y traducida a 32 idiomas y adaptada para radionovela, audiolibro y obra teatral- .

En esta segunda entrega se resuelve el embrollo planteado en Contra el viento… donde un par de desconocidos, Leo Leike y Emmi Rothner –diseñadora de páginas web y psicólogo del lenguaje, respectivamente- entablan correspondencia virtual, luego de que la segunda escribiera al primero por error. La situación se torna complicada al involucrarse ambos sentimentalmente, sobre todo para Emmi, por ser una mujer casada. Sin embargo, la imaginación desatada por el misterio y el anonimato se ve acicateada todavía más por la furtividad y la tensión sexual siempre latente entre ellos.

No espere el lector, empero, un alarde pornográfico, de cámara web y toda la cosa. Al contrario: la novela de repente parecería una novela epistolar, decimonónica, aunque con gran economía de

palabras y un contexto posmoderno, plagado de humor y con una aguda reflexión sobre las relaciones de pareja, como cuando Leo cuestiona a Emmi sobre si fantasear con un tercero, o incluso besarlo, implica infidelidad.

En Cada siete olas, ¡por fin! los amantes virtuales logran reunirse, tras una serie de malentendidos, postergaciones, ausencias y contrariedades que lo impidieron en su momento.

La magia entre ellos -contrario a lo que podría pensarse- en lugar de desvanecerse, se desborda, quizá precisamente por tanta demora, premeditada o no.

Sin embargo, el panorama dista de ser perfecto: Emmi sigue con su esposo; Leo tiene otra novia, una novia de verdad

Los líos morales, los picones, esos desvelos luchando contra el viento del norte (¿el deseo que atormenta a Emmi?), las madrugadas embriagándose al unísono, cada uno frente a su pantalla, ansiando verse de nuevo, el anhelo de una séptima ola que arrastre un acontecimiento inesperado… Todo contribuye a la incertidumbre de la pareja, tan ávida de certezas que (¡oh, paradoja!) se empeñan en rehuir.

Glattauer destaca el bovarismo de la protagonista, cuyo nombre real es Emma, clara alusión a la célebre novela de Flaubert. Emma-Emmi es la personificación de aquella séptima ola tan soñada, la cual describe como “(…) despreocupada, inocente, rebelde, barre con todo, lo cambia todo. Para ella no existe el antes, sólo el ahora” (p. 178).

Si bien en un inicio Emmi teme ser un conejillo de Indias de Leo, debido a que él está colaborando en un estudio sobre el correo electrónico como vehículo de las emociones, ello dista de ocurrir; por el contrario, una vez retomado el contacto brutalmente suspendido entre ambos, Emmi se convierte en su “punto de contacto”, ubicado “en la palma de mi mano izquierda, más o menos en el centro, donde la línea de la vida, surcada por gruesas arrugas, dobla hacia la arteria” (p. 79). Ahí, los enamorados concentrarán sus latidos virtuales…

Cada siete olas: Una refrescante, esperanzadora, inteligente historia de amor…

Elena Méndez


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Daniel Glattauer,

Cada siete olas

(título original: Alle sieben Wellen),

Traducción: Macarena González,

Alfaguara,

México, 2010,

272 pp.

http://letrarteforca.blogspot.com/2011/11/latidos-virtuales-cada-siete-olas-de.html

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