PITOL O EL ANUNCIO INESPERADO

Conocí a don Sergio Pitol. Hombre alto, gallardo, elegante, a pesar de su salud frágil. Acaba de sufrir un derrame cerebral. Martín Solares me presentó con él mientras esperábamos afuera de la Librería Rosario Castellanos (FCE) que iniciara la presentación del libro del maestro, Una autobiografía soterrada (Ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones), publicado por Almadía este año. Me conmovió su pulso tembloroso mientras escribía una dedicatoria en el ejemplar que su editorial tuvo la gentileza de proporcionarme. Y me conmoví todavía más cuando, ya en la presentación, citó a su gran amigo, recién fallecido, Carlos Monsiváis, a quien dedicó el primer cuento que escribió en su vida. Una conversación entre ambos aparece al final del mencionado volumen.
Pero eso no era sino el preámbulo del vuelco que sentiría mi corazón cuando, al cerrar su discurso, anunció -firme pese a su voz que amenazaba con quebrarse-: "Éste es mi último libro y el final de mi obra".
Me levanté para ovacionarlo. Luego el resto del público haría lo mismo. Acaso ese sea el mejor homenaje para un hombre nacido para inventar, para inventarse.
FOTO: MARTÍN SOLARES

Comentários