LO INSÓLITO VUELTO COTIDIANO: EL VIAJERO DEL SIGLO, DE ANDRÉS NEUMAN

El viajero del siglo, de Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), obra ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2009, es un homenaje a lo insólito vuelto cotidiano.
El autor, cuya acertada osadía le permite recrear deliciosamente el espíritu de la Alemania postnapoléonica, ubica su historia en la imaginaria Wandernburgo, “ciudad móvil (sic) situada aproximadamente entre los antiguos estados de Sajonia y Prusia”.
El adjetivo de “móvil” advierte al lector sobre la ciudad como personaje, alegoría de las continuas transformaciones vividas por la sociedad que en ella habita: católica en medio del protestantismo y un tanto feudal pese al inminente desarrollo industrial.
Hans, el protagonista, es un hombre dedicado a viajar y a traducir obras literarias. Su apariencia causa curiosidad en el pueblo, por usar un birrete jacobino, atavío proscrito, lo cual hace luego adrede.
Su estancia se prolonga tras conocer a diversos personajes, nada ordinarios, como el Organillero, un viejo sabio, aposentado en una cueva a la que considera un palacio, junto a su inseparable perro, Franz; Álvaro, empresario español de incendiario pensamiento político; y el señor Gottlieb, cuya joven hija, la marisabidilla Sophie, preside una tertulia cultural semanal.
En dicha tertulia se discuten los más variados temas sin censura alguna (como bien advierte la anfitriona); así, lo mismo se puede denostar a Napoleón que refutar a Schopenhauer por condenar a las mujeres al hogar; referirse a Calderón de la Barca como “beato” que calificar al ateísmo como la mayor cobardía.
Hans siente una súbita pasión hacia Sophie, hecho que lo arraiga a esa ciudad móvil, que “ha cambiado de lugar todo el tiempo”, y descubre sorprendido que ella le corresponde, iniciando así una seducción disfrazada de duelo intelectual, donde ella acostumbra tomar la iniciativa.
Situación intimidante para Hans, puesto que su amada es una mujer comprometida con Rudi Wilderhaus, arrogante heredero, a quien ha elegido por la seguridad económica que representa para ella.
La pasión de Hans y Sophie se mueve entre el riesgo y la demora, entre el fuego epistolar y el sutil lenguaje de las flores, entre miradas de soslayo a través del espejo y el descaro de cohabitar cada tarde en la sórdida posada del joven, pretextando unas traducciones al alimón.
Sophie, universitaria frustrada, ardiente en la clandestinidad y recatada ante sus allegados, deberá elegir entre la camaradería de su prometido o la complicidad de su amante…
El refrescante estilo de Neuman recuerda al del serbio Goran Petrović en La mano de la buena fortuna, no sólo por los numerosos referentes históricos utilizados, sino también por las vívidas descripciones y la creación que la pareja hace de un mundo propio, fusionando amor y literatura.

Elena Méndez
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Andrés Neuman,
El viajero del siglo,
Col. Hispánica,
Alfaguara,
México, 2009,
544 pp.

Comentários

Elena Méndez disse…
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