Sadismo. Masoquismo. Dos parafilias. Dos parejas. Una novela: Los esclavos, de Alberto Chimal (Toluca, 1970).
El autor aborda ese sórdido ambiente de placer y dolor, sumisión y dominio al presentarnos las historias de Marlene y Yuyis, directora y actriz de cine porno, respectivamente; y Golo y Mundo, un millonario ocioso y su amante, un exburócrata cuya voluntad le ha rendido a su amo.
Si bien Mundo ha asumido su homosexualidad tantos años encubierta (el narrador nos indica que era casado y con hijos) y ha huido con Golo, el caso de Yuyis es aún más espeluznante: ha estado encerrada desde recién nacida para ser explotada por su propia madre, quien la concibió sin planearlo.
Los dominadores han despersonalizado y sometido a sus víctimas al grado de despojarlos no sólo de las vestimentas, sino hasta de sus nombres: Yuyis ni siquiera está registrada; Mundo es conocido así por su nickname, impuesto por Golo al contactarlo en un sex-chat room.
Las vejaciones son sufridas por ambos personajes ya sea en público o en privado; así, son repetidamente golpeados, insultados, amenazados, violados, lo cual les ocasiona daños físicos y mentales irremediables.
Vejaciones que deberán soportar ya sea en estado de lucidez o narcotizados.
Se satiriza la industria del porno casero, cuyas tramas manidas e hiperbólicas resultan risibles, aunque efectivas para sus consumidores, que a mayor perversión, mejor pagan su trabajo, como en los filmes donde intervienen infantes.
El enorme tedio de Golo exacerba las ansias de Mundo por agradarle. Caso contrario al de Marlene y Yuyis, ya que esta última se empeña en desafiarla. Mas no será éste el mayor problema entre ellas. La policía acecha su negocio clandestino…
Chimal nos hace reflexionar en esta novela acerca del amor y cómo éste se torna mezquino al asumir una de las partes el control de la relación. Es decir, el poder, aunque para ello deba atentar contra la libertad del otro, y por ende, emplear la violencia: normalizar lo anormal.
El autor aborda ese sórdido ambiente de placer y dolor, sumisión y dominio al presentarnos las historias de Marlene y Yuyis, directora y actriz de cine porno, respectivamente; y Golo y Mundo, un millonario ocioso y su amante, un exburócrata cuya voluntad le ha rendido a su amo.
Si bien Mundo ha asumido su homosexualidad tantos años encubierta (el narrador nos indica que era casado y con hijos) y ha huido con Golo, el caso de Yuyis es aún más espeluznante: ha estado encerrada desde recién nacida para ser explotada por su propia madre, quien la concibió sin planearlo.
Los dominadores han despersonalizado y sometido a sus víctimas al grado de despojarlos no sólo de las vestimentas, sino hasta de sus nombres: Yuyis ni siquiera está registrada; Mundo es conocido así por su nickname, impuesto por Golo al contactarlo en un sex-chat room.
Las vejaciones son sufridas por ambos personajes ya sea en público o en privado; así, son repetidamente golpeados, insultados, amenazados, violados, lo cual les ocasiona daños físicos y mentales irremediables.
Vejaciones que deberán soportar ya sea en estado de lucidez o narcotizados.
Se satiriza la industria del porno casero, cuyas tramas manidas e hiperbólicas resultan risibles, aunque efectivas para sus consumidores, que a mayor perversión, mejor pagan su trabajo, como en los filmes donde intervienen infantes.
El enorme tedio de Golo exacerba las ansias de Mundo por agradarle. Caso contrario al de Marlene y Yuyis, ya que esta última se empeña en desafiarla. Mas no será éste el mayor problema entre ellas. La policía acecha su negocio clandestino…
Chimal nos hace reflexionar en esta novela acerca del amor y cómo éste se torna mezquino al asumir una de las partes el control de la relación. Es decir, el poder, aunque para ello deba atentar contra la libertad del otro, y por ende, emplear la violencia: normalizar lo anormal.
Elena Méndez
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Alberto Chimal,
Los esclavos,
Colección Mar Abierto,
Editorial Almadía,
Oaxaca, 2009,
149 pp.
Alberto Chimal,
Los esclavos,
Colección Mar Abierto,
Editorial Almadía,
Oaxaca, 2009,
149 pp.
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lo_anormal/index.htm