NENITA


La niña de la foto se llama Alcira Elena, alias la Nenita. No dirá una palabra cuando aprenda a hablar, sino una frase completa: Ciérrale la llave. Y cuando le pregunten su nombre dirá, Me llamo Nena Pipa.
Ella aprende a leer con la profe Laurita, quien le dará clases en primero y segundo de primaria. Lee con mucha fluidez y claridad, al grado de que la profe Graciela, quien da clases en sexto año, la invita a leer a su grupo, para ponerle una muestra a sus alumnos, que no saben leer bien.
Se enamora de los libros gracias a las enciclopedias que hay en su casa, sobre todo la de la Mujer, la del Estudiante, la del Cuerpo Humano y el Libro de Nuestros Hijos. No dejará de angustiarse con la niña de los cerillos y de maravillarse con la diosa Minerva, surgida del cerebro de su padre Zeus, o con la diosa Venus, que emergió del mar para otorgarle belleza y amor al mundo.
Se emociona con el caballo de Troya y ríe ante las sandeces del emperador cuyo traje era invisible.
Cree que la vida es una telenovela escrita por Dios, quien moría de aburrimiento allá arriba y por eso creó a los humanos; y que, cuando le cae mal un personaje, lo mata.
Esta niña es muy feliz cuando ve Heidi y quisiera tener una cabaña en las montañas, como ella. Goza infinitamente con cada episodio del Hombre Araña, los mejores guardados en un casete VHS: el del robo de diamantes, el del duende verde, el de los hermanos mosca... se carcajea cuando Peter Parker está soñando en plena clase, Sonia, Sonia, y el maestro le pregunta algo e interrumpe su fantasía...
Disfruta el video hasta la madrugada junto a sus otros hermanos pequeños: Esmeralda y Carlos, con quienes va al cine a ver la saga de las Tortugas Ninja, y también al parque Constitución a jugar, o a recibir a Julio César Chávez cada vez que gana una pelea.
Cuando sus hermanos o ella cumplen años, su mamá les pone un disco de acetato, Ya queremos pastel, ya queremos pastel, aunque sea un pedacito, pero queremos pastel...
La Nenita suele jugar callada, sentadita en un rincón, con sus monitos. Les sirve pasteles hechos con maquillaje de su mamá, en vajillas de plástico. Hace sus tareas en el Libro del Patito y experimenta con el germinador de Ana. Se le antojan las gelatinas de Genaro; ya de grande, se sorprenderá cuando viaje a otros lugares de la República y vea que las venden así, enjauladas, sin envase.
A los 9 años sabe lo que es una depresión; lee por primera vez Mujercitas, un libro que siempre la hace llorar y en el que busca siempre las claves de su vida; nace su hermanita Ivana. Cuando ésta cumpla 16 años, la Nena (todavía Nenita, a veces) comprenderá lo vieja que se ha vuelto, porque la Niña ya anda de novia, esa niña que cargó en sus brazos, a la que le dio biberón, a la que le cambió pañales, a quien le aplaudió cuando cantaba Papá Beto, papa sopa, por quien lloró cuando fue a ese campamento donde conoció el amarillo amargo mar de Mazatlán (Owen dixit), con su hermana Esmeralda, porque ambas pensaron que nacería mientras ellas estaban ausentes.
La Nenita escribe en el aire; que nadie lea ni borre ni queme sus pensamientos. Se ríen al verla hacer esos ademanes. Ignoran que querrá escribir sus propios libros y que se hará llamar la Cuentista Cuentera y adoptará como nombre artístico ese apellido que no le pertenece. Su madre, cada vez que cumple años, le refiere que nació como de 10 meses, con el pelo y las uñas largas, y que lloraba mucho. Desde entonces eras depresiva. Y de pilón naciste en sábado, dormida. Ya estabas predestinada a la pereza.

Comentários

uno de nosotros disse…
Precioso, conmovedor testimonio. Un abrazo muy grande. Es bueno darse cuenta de que en el fondo sigues siendo esa nenita.


Javo
Elena Méndez disse…
¡¡¡ Gracias, Javo!!!
Anônimo disse…
Y esos ojos, como siempre... tan hermosos.
Elena Méndez disse…
Guajiros, Omar...