ADVERBIOS TERMINADOS EN MENTE

Los adverbios terminados en mente son considerados pecado en la redacción, máxime cuando se abusa de ellos. Francisco Montes de Oca en su libro Teoría y técnica de la literatura (p. 104) recomienda: "Deben evitarse (en la poesía) las consonancias demasiado fáciles, como las terminaciones de los verbos en mente (...)".
Hay escritores que caen en los extremos de abusar de ellos u omitirlos.
El Gabo se declara enemigo de estos, por considerar que empobrecen el lenguaje, afectan el ritmo narrativo y, además, pueden ser sustituidos por otras expresiones. Quizá ello le llevó a cometer la siguiente barrabasada: " y que yo estaba tan profundo (sic) (en vez de: tan profundamente dormido) que le dio lástima despertarme" (Memoria de mis putas tristes, p. 49) .*

En el extremo contrario se halla Cortázar, que tan sólo en el célebre capítulo 7 de Rayuela ("Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca...") utiliza 3, en apenas dos párrafos y 26 líneas: exactamente, tibiamente y lentamente.

Pero nadie como Borges, en cuyo cuento "El jardín de senderos que se bifurcan" acumula el siguiente repertorio: precisamente, inmediatamente, absurdamente, infinitamente, vagamente, perpetuamente, textualmente, abominablemente, sofísticamente, realmente, naturalmente, lentamente, secularmente, indefinidamente y estrictamente.

Pregúntome yo: ¿cuál de estos dos extremos será el menos peor?




*Comentario extraído de la revista Universo del Búho, no. 60.

Comentários

Elena Méndez disse…
josé de la colina acumula 32 en "amor condusse noi", a lo largo de 3 páginas (revista de la universidad de méxico)...