Escribió en la dedicatoria a su primer libro, publicado en 1988:
¡Ay, Dios mío!
¡Un hallazgo arqueológico!
Gracias, Elenita...
(Si supiera que tal hallazgo arqueológico era de tan pésima calidad, que el Archi te lo había vendido a 2 x 5 pesos...)
¡Ay, Dios mío!
¡Un hallazgo arqueológico!
Gracias, Elenita...
(Si supiera que tal hallazgo arqueológico era de tan pésima calidad, que el Archi te lo había vendido a 2 x 5 pesos...)
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