FRONTERAS DEL DUELO: HABLAR SOLOS, DE ANDRÉS NEUMAN



Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) es un joven y prolífico autor que fue reconocido en 2009 con el Premio Alfaguara por su novela El viajero del siglo, donde fusiona amor y literatura en una imaginaria ciudad europea decimonónica de fronteras móviles.
Su más reciente novela, Hablar solos (Alfaguara, 2012), resulta radicalmente distinta a la citada obra que lo consagró, si bien conserva ciertos factores en común, especialmente la creación de un mundo propio a través de los libros y esa indeterminación voluntaria del espacio donde transitan los personajes.
En esta obra, narrada a tres voces, cuenta la historia familiar de Elena y Mario, un matrimonio, y su único hijo, Lito, de 10 años. Mario agoniza de una enfermedad terminal –jamás revelada, lo cual es un gran acierto del autor- y acuerda con su esposa no comentarlo con el pequeño. Pero además convenían que él, antes de morir, lo lleve consigo a un viaje de trabajo en el camión de carga familiar, llamado Pedro.
Mientras la voz infantil destaca por su asombro ante el descubrimiento del mundo, las voces adultas transmiten el dolor ante la inminente pérdida y oscuros secretos. En este caso, la relación que entabla Elena con el médico de su marido mientras éste y el niño se encuentran de viaje. Romance que la vuelve un tanto Bovary aunque nunca deje de tener los pies sobre la tierra, ni de serle leal a su pareja, aunque suene contradictorio.
Elena descubre a través de sus lecturas una manera de estar menos sola: “Me topo todo el tiempo con libros apropiados para el hospital. No me refiero a libros que me distraigan (distraerse en un hospital es imposible), sino que me ayuden a comprender qué demonios hacemos ahí. (…) Leo sobre enfermos y muertos y viudos y huérfanos (…)” (p. 96).
  
Lito relaciona los paisajes que descubre durante su travesía con los videojuegos que comparte con su tío Juanjo, propietario del camión, y notifica a su madre cómo están mediante mensajes de textos llenos de crispantes abreviaturas, según ella opina.
Mario, aunque agotado por sus fuerzas mermadas, se siente feliz de cumplirle al pequeño la promesa que le debía desde hace tiempo y reflexiona sobre la vida y sobre su propio ocaso, en una grabación que le deja  y que recuerda un tanto a la carta que La Maga escribiera al bebé Rocamadour. En ella, le da consejos que a alguien ajeno pudieran parecerle extravagantes: “Diviértete, ¿me oyes? Cuesta mucho trabajo divertirse, y ten paciencia, no demasiada, y cuídate como si supieras que no siempre vas a ser joven (…), y que siempre haya sexo, hijo, hazlo por ti y también por mí, hasta por tu madre, mucho sexo, y que los hijos vengan tarde, si vienen, (…) sé coqueto ¿me oyes? los hombres que no son coquetos tienen miedo de ser maricones, y si eres maricón, sé un hombre (p. 150)”.
Si bien esta novela está estructurada casi exclusivamente por monólogos- interior, en el caso de Lito; oral, en el de Mario, y escrito, en el de Elena-, que le dan su razón de ser al título, los escasos diálogos son de una inteligencia y frescura apabullantes –como los de Mario y Lito-o contundentes por la enorme tensión que encierran –como los de Elena y el doctor Escalante-.
Elena admite en este párrafo resignado de su diario: “Pensaba (amada obviedad) que lo peor de perderte iba a ser no tenerte. Pero no: sigues ahí, te pienso hablándome. (…) te has convertido en parte de mi organismo. Ahora que estoy acostumbrándome a estar sola (…) lo peor es aceptar que yo no estoy en ti. Ya no te consto. Desde ese punto de vista, yo también me he muerto” (p. 178).
Coincido con The Independent en que Neuman es “un autor de prodigioso talento”, pues no solamente es capaz de manejar diversos géneros, de escribir obras voluminosas o muy breves, de ubicarse en épocas remotas o contemporáneas, sino también de poseer una gran delicadeza para llevar al lector de la mano hacia las fronteras del duelo.

Elena Méndez
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Andrés Neuman,
Hablar solos,
Alfaguara,
México, 2012,
192 pp.

 http://www.siempre.com.mx/2012/12/fronteras-del-duelo/



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